Un salón en el jardín

El buen tiempo anima a sacar los muebles de casa. Tanto para quienes disponen de un espacio verde como para los que tienen una terraza o un balcón, las posibilidades son infinitas.


LA tradición cristiana sitúa el origen del mundo en el Jardín del Paraíso. La mitología griega recoge manzanas de oro en el Jardín de las Hespérides. El libro sagrado de los musulmanes se refiere muchas veces al Jardín del Más Allá. Y la Historia encuentra una maravilla en los Jardines Colgantes de Babilonia. Si algo tienen en común las religiones y las leyendas, son esos espacios verdes de naturaleza terrenal. Lo interesante es que, en la vida real, también se manifiesta esa constante. En Japón, en Grecia y en Roma, en América, con la civilización azteca, y aún más cerca, en Andalucía, con los sultanes nazaríes, las poblaciones siempre han cultivado la cultura del jardín.

Al principio tenían fines utilitarios. Más que nada, eran huertos con árboles frutales y vegetación comestible. Sin embargo, esa tendencia fue cambiando con el tiempo, cuando se empezaron a introducir plantas ornamentales. En España, el quiebro entre 'útil' y 'bello' nació con la Ilustración y la nueva clase aristocrática, que quería diferenciarse de las clases populares y no sólo a través de los libros. Un método repetido. Ya los antiguos romanos veían los jardines como «un lujo y un indicador de un estatus, pero también como una necesidad secundaria y un afán», describe Susana Gallego Villalba, de la Universidad Cardenal Herrera.
Y añade una reflexión inquietante por cercana y familiar: «La simple posesión de un jardín, aún reducido, situaba a su propietario a ojos de la sociedad en una posición económica cómoda, sobre todo en una ciudad como Roma, donde la especulación inmobiliaria provocaba la inflación de los precios del suelo urbano». Evidentemente, la Historia no es lineal, sino cíclica.
En la actualidad, y en nuestro país, estos espacios no sólo están pensados para la mera contemplación: son una parte más de la casa y, como tal, requiere mantenimiento, mobiliario y decoración.
Para aprender a iluminar y amueblar un jardín, lo mejor es recorrer las tiendas. La variedad es sorprendente, tanto por diseño como por precio y tamaño, un dato que es de agradecer. No todo el mundo tiene la suerte de poseer un espacio verde de grandes dimensiones, y a veces toca conformarse con una pequeña terraza o balcón.
La buena noticia es que el mercado mobiliario ha sabido adaptarse a la realidad de las hipotecas, con posibilidades para todos los gustos y bolsillos. Distintos comercios afincados en España ofrecen sugerencias para crear el jardín ideal. Y disfrutarlo. La tienda sueca Ikea es un inmenso catálogo de ideas. Con más de seis décadas de trayectoria, posee una amplia plantilla de diseñadores que transportan las tradiciones nórdicas al plano más material.
Según las necesidades
Para los grandes jardines existen muebles y accesorios específicos que invitan al disfrute familiar. Ejemplo de ello son las mesas de madera pensadas para diez comensales. De aspecto rústico y tacto robusto, incorporan dos largos asientos en su estructura y son ideales para colocar en un gran parque sin tener que preocuparse por guardar o mover las sillas. Lo simpático del diseño es que existe uno idéntico, pero a escala. ¿La razón? Los caprichos infantiles. Claro que si el grupo no es tan amplio o la cantidad de miembros varía, la solución puede ser una mesa de la serie Äpplarö, que se pliega en ambos extremos, según marque la ocasión.
Otra propuesta que cobra fuerza este verano es llevarse la sala al jardín. O, mejor dicho, montar en él una propia. Para eso, en primer lugar, se necesitan los sillones. En Ikea los hay en varios modelos y materiales, desde madera tratada hasta mimbre o, también, cañas de bambú. De estos últimos, incluso, existe el juego completo, con una mesa que tiene superficie de cristal. En realidad, este material es uno de los favoritos. Por ejemplo, la empresa Point SL, afincada en Alicante, sólo emplea «fibras vegetales previamente tratadas». A saber: «Médula de rattán, tireta de caña, pulut y bambú».
En cuanto a los cojines, algunos resultan perfectos para un ambiente veraniego, como los de la colección Grenö, diseñados por Lisel Garsveden. Según relata la creadora, el estampado es «muy simple y muy limpio», ya que «evoca la imagen de los rayos de luz brillando a través de las hojas de los árboles». Los colores claros, como el naranja y el turquesa, «dan un aspecto fresco y luminoso», agrega. Lo único que hay que tener en cuenta es acordarse de guardarlos para que no se estropeen con la lluvia.
No obstante, los olvidadizos y los perezosos tienen una alternativa: comprar una funda para sillón como la que ofrece La Redoute, en Cataluña, que «se mantiene impermeable durante veinte minutos en caso de dejarse bajo la lluvia».
Pero a la 'sala exterior' le hace falta algo más: decoración... y un techo. Ya sea para protegerse del sol o para resguardarse de la lluvia, hay que tener en cuenta dos elementos indispensables: los toldos y las sombrillas. Entre los primeros, Ikea posee distintos formatos y colores, como unos triangulares y muy finos que favorecen la luminosidad, pero evitan el sol directo. En cuanto a las sombrillas, las hay en tamaño 'macro' para cubrir completamente la sala: algunos modelos miden hasta 2,60 metros de lado.
Para tumbarse
Para decorar el espacio, la variedad es infinita. Las varas de mimbre y madera, los maceteros de terracota, las cañas de bambú y las flores artificiales forman parte de ella, sin olvidar a las alfombras de texturas naturales, confeccionadas con algas y yute. No obstante, un jardín es más que reunión, comida y bebida. Muchas veces, este espacio se utiliza para la meditación, el descanso o el ocio en solitario. Las tumbonas lideran cualquier demanda, aunque hay una alternativa más exótica para el relax y la siesta: las hamacas. Quien tenga árboles en casa podrá sentirse en el paraíso y sin viajar a Punta Cana.
La tienda Ikea ofrece una hamaca muy práctica hecha de tela. No obstante, para aquellos que quieran un toque más artesanal existen distintas firmas que se dedican únicamente a este elemento. Un ejemplo: la distribuidora Gangandaluza, con sede en Sevilla, que importa hamacas de algodón confeccionadas en Paraguay... y a mano.
Para completar el entorno -y más cuando el terreno es amplio-, se puede recurrir a una pérgola o, por qué no, a un invernadero. La empresa Estanques Plus, de Valladolid, tiene algunos con estructura de aluminio y paneles de policarbonato transparente, mientras que Deck & Garden, en Madrid, ofrece un sinfín de pérgolas hechas con madera de pino y Greendesings tiene todo tipo de modelos de alta calidad para cualquier espacio.
En los precios hay de todo, aunque soñar no cuesta nada. Y este refrán se aplica muy bien a todos aquellos que viven en pisos. ¿Tener un jardín bonito es acaso una utopía? No necesariamente. Las terrazas pueden ambientarse de muchas maneras y llegar a convertirse en el lugar más bonito de la casa.
Para cualquier espacio
Niké Karlsson, diseñador de Ikea, ha plasmado esta realidad en su colección Malarö. «Me inspiré en los muebles de principios del siglo XX -dice-. Todas las piezas son de tamaño pequeño para que puedan entrar en cualquier sitio, incluso en los espacios más reducidos».
Y algo más: «Son plegables, para que sean fáciles de guardar durante el invierno». Lógicamente, estos muebles (que incluyen mesa, sillas y sofá) son ideales para un pequeño balcón o una terraza y para aquellos que aprovechan cada centímetro al máximo.
La ventaja de estos recintos es que suelen estar cubiertos. Basta con comprar algunos maceteros -existen en todo tipo de colores, tamaños y texturas- y colocar en ellos unas plantas bonitas. Tal vez no quepan grandes hamacas ni sombrillas, ¿o tal vez sí? En Ikea, hay una curiosa alternativa: sillones que cuelgan del techo y sombrillas que se ajustan al posabrazos de cualquier silla playera.

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